la vida sonríe para mí, otra vez

Por Andrés



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 Mi mamá está distinta desde un tiempo hasta ahora: llora menos por mi viejo, está más alegre, se arregla más, sale con sus amigas y la encuentro más "rosadita". A mí no me hace weón, mi mamá tiene a un tipo que la hace feliz, y con eso me hace feliz a mí también. 

 Ayer en la noche me dijo una chiva rara rara, me dijo que "la habían invitado a un brunch en el restaurant de una amiga en Papudo para despedir la temporada de verano" y me dijo que estaría todo el día afuera, desde temprano en la mañana hasta la noche. No le cuestioné nada y le dije casi con tono dictatorial "anda, debes ir", pero a mí no me engaña, porque esas son las mentiras que digo yo cuando salgo a tirar, pero filo. 

 Hace mucho mucho rato tenía a un tipo que me llamaba a cada rato para tirar: es nuevo acá en Viña, viene del sur y no conoce a nadie. Le caí en gracia en el Manhunt, le di me teléfono y conversamos harto rato y me dijo que le gustaba mi voz y que quería tirar conmigo y blá blá. Desde que llegué de Perú casi me rogaba a diario que tirásemos, pero no tenía lugar ni ganas ni tiempo como para tirar con él, pero hoy domingo tuve tiempo de sobra y camas de sobra, así que hoy me junté con él. 

 Mi vieja se levantó temprano, se puso muy MUY bonita, agarró su cartera y un bolso (sí, un bolso... quizás qué llevaba adentro), tomó su auto y se fue rauda mientras la veía alejarse desde el balcón. Bajo el teléfono me dejó 10 lucas para que fuera a comer algo rico. Me levanté temprano, tomé desayuno y vi The Office. A eso de las 11 llamé al flaco para coordinar todo, quedamos con que lo pasaría a buscar a la plaza de armas. A eso de las 12:30, ya arreglado y con la mochila cargada de condones y cerveza, me subo al auto y cuando voy saliendo me doy cuenta que el GPS estaba muy corrido y mal pegado en el parabrisas. Cuando lo desarmo y lo despego me doy cuenta que tenía un piquete gigante: el maricón de mi hermano me rompió el parabrisas mientras estaba en Perú. No hallé mejor weá que llamarlo y putearlo hasta que dejé de producir saliva. 

MARICÓN, MARICÓN, HIJO DE PUTA, MARICÓN IRRESPONSABLE.

No me dijo nada convincente, solo rió

Estaba muy emputecido, así que canalicé toda esa rabia en metérsela al weón hinchapelotas. A eso de la 1 de la tarde pasé por la plaza y en la esquina del Santa Isabel me estaba esperando él con blue jeans oscuros, un jockey Adidas y un polerón deportivo: los que peor se visten son los mejores en la cama. Se subió al jeep y de reojo lo encontré bonito, bonita sonrisa, bonitos ojos, linda mandíbula... en resumidas cuentas el hueón estaba bien hecho. Maricón rico, estaba buenísimo, aparte hablaba bien, tenía un bonito y masculino timbre de voz y moría por que se lo chantara. Nos bajamos del jeep, subimos al departamento y nos tomamos una cerveza (nicagando me lo llevé a la casa). Conversamos media hora, estábamos muy entretenidos hablando pero nosotros nos juntamos a tirar y no a conversar, así que (les paso el dato) cuando se alarga la conversa y hay poca acción "flaco, ¿y si aprovechamos mejor el tiempo?" y aprovechamos bien el tiempo: no bien le dije eso el weón se para, me abraza fuerte y me apretó como si me quisiera matar. Apenas me lo pude sacar de encima, le metí la mano derecha al calzoncillo y la mano izquierda en la mandíbula. Mientras caminábamos a la pieza, en el pasillo me vuelve a arrinconar, me baja el pantalón de una y me la chupa. Ya en la cama, cuando nos estábamos empelotando le vi con más detalle la polera que llevaba: PINK FLOYD - THE WALL, y ahí le exclamé un "wuooooooooooohhh" y le pregunté si le gustaba el rock. Estábamos los dos en pelota, de pie, mirándonos frente a frente, sonrisa de oreja a oreja y hablando de bandas y canciones y wuoooooohhh. Y seguíamos conversando y mirándonos a los ojos hasta que de pronto siento su mano agarrándome el pene, miré hacia abajo y estaba su mano entera agarrándome todo, lo miro de vuelta a la cara y lo veo mordiéndose los labios y mirándome con ojos sediciosos. Mano en la cintura, mano en la cara, mano en el culo, mano en su verga y mano en su pecho. Le pedí que se pusiera la polera para tirar, del celular puse el Greatest Hits de Pink Floyd y le dimos. Primero lento, luego intenso, luego brutal. Yo solo estaba ensimismado en lo siguiente:

-MINO RICO BUEN CULO MASCULINO.

-MINO ROCKERO.

-PINK FLOYD.

-GEMIDO RICO.

-CULO APRETADO.

 El weón no la sufría, la gozaba. Le estaba dando por atrás y él con el cuello estirado y con una gran sonrisa, solo reía y gemía. La música era perfecta para el ritmo que llevábamos, el sol entraba blanco por la ventana y la cortina se movía suave con el viento. Cambio de posición, tiramos mirándonos a los ojos, mi cuerpo entero moviéndose con total independencia, mis brazos y mis manos rodeándoles la nuca y jugando con su cabello. Tudo bem, íbamos sin prisas disfrutando el viaje, drogándonos con gemidos, con el placer y con el juego de poseernos: dos tipos moviéndose al ritmo del sexo en secreto, a plena luz del día, escuchando rock y haciéndola piola. 

 Estuve más de una hora sin salirme de él: eran las 4 de la tarde y nosotros seguíamos tirando. Estuve tanto rato tirándomelo, que al final le empezó a doler el culo. Se la saqué y me fui al baño, él se metió al otro. Cuando salimos, los dos estábamos limpios, húmedos y calientes. En el living se agacha y me la comienza a chupar, como sé que me cuesta acabar me la corrí en su cara. Cuando iba a acabar, metió mi pene en su boca y succionó hasta que comencé a desesperarme del gusto, se para y me besa mientras se tragaba mi semen: fue raro sentir mi sabor irse con él, sus labios frescos dejándome la marca, MI MARCA.

 Como se la tragó, debí corresponder: con vaselina en los dedos comencé a dilatarle el culo y metí casi todos mis dedos adentro de él, jugué con su próstata unos minutos hasta que él se comenzó a desesperar. De improviso eyaculó sin haberle tocado el pene, tiritaba en la cama mirando el techo con una expresión poco bonita, pero sincera. Nos echamos los dos en la cama a descansar en silencio, escuchando solamente nuestra respiración y a Pink Floyd. Estuvimos así una media hora, hasta que me levanté, fui al refrigerador y saqué dos cervezas: una para mí y una para él. Brindamos, nos besamos y comenzamos a ordenar el lugar. Recogimos los condones, los envoltorios, ordenamos la cama, los muebles. Nos vestimos, nos arreglamos y bajamos al auto: eran las 5 de la tarde y aún no almorzábamos. Lo pasé a dejar a su casa y yo me fui a la mía.

 Me duché, me cambié de ropa y salí rumbo al Subway a comprar uno de Roast Beef. Cuando iba saliendo  en el auto, veo a lo lejos la moto del maricón de mi hermano. Entré de nuevo, dejé mi auto ahí, subí a su pieza y de su chaqueta de cuero saqué las llaves de la moto. De debajo de la cama saqué el casco, tiré unas cervezas a la mochila y me fui de ahí raudo. Estaba el estanque hasta la mitad, luego de almorzar me di una vuelta por todo Viña, por el plan de Valpo, me fui por los cerros hasta llegar por Agua Santa a Viña de nuevo. Me metí por calles de tierra, por el barro y le dejé la moto para la cagada al maricón. Desde el mirador (ya saben a cuál me refiero) vi el atardecer tomándome una chela y escuchando a Pink Floyd. Bajé hasta mi casa, guardé la moto tal como estaba -pero más sucia y sin combustible- y del impulso, con la misma llave le hice un rayón grande, pero imperceptible a simple vista. 

 La vida sonríe para mí otra vez.