Del colegio a la universidad, no solo una evolución en estudios

(Adoro esta canción)

SEXO!

Ya que tengo su atención, procederé a ponerle wendy con la history (leáse jistory, como en inglé’).

Cabros, hace rato no pasaba por este lugar que el Andrés tiene lleno de picos y potos para darle mi toque femenino-lésbico que alguna de las lectoras o lectores pedían de parte mía.

Me tuve que retirar de las pistas del carrete y la vida nocturna, llámese discotequera o chelera o pisquera de pubs de mala muerte, porque he tenido un desafortunado verano en cuanto a heridas de guerra que se han acumulado en mi cuerpo luego de algunas actividades extra curriculares (un partido de futbol).  Pero igual tengo unas cuantas historias que acumulé antes de que se interrumpiera la temporada estival, aquí va una:

 Del colegio a la Universidad, no solo una evolución en estudios.

Conocí a una chiquilla, hace unos años atrás, cuando la conocí, sus piernas entraron en mi disco duro y jamás la pude sacar de mi cabeza. La veía y me temblaba todo, pero luego empecé una relación, y es obvio: fidelidad ante todo y blah y en verdad no me siento mal por reconocerlo-decirlo, siento que es algo noble de una persona. Contaré las experiencias de mi vida de soltera loquilla, pero me siento algo orgullosa decir: nunca he cagao a nadie (ha de ser lo mojigata de ser una chiquilla de bien, santa teresita ha de estar feliz por mi, de alguna forma me gano un poco más de cielo o un escalón menos hacia el infierno con Lucifer.) En el tiempo que estaba comprometida, jamás intenté nada con digamos… niña “s”. Luego empezaron las clases y veía a niña “s” en todos los recreos en el patio de la U. Llegaba a ella a pedirle un cigarro, fuego, la hora, un pedazo de pan, un sorbo de café, otro cigarro, o simplemente nos quedábamos mirando de una banca a otra en medio del patio: yo con mi curso de niñitas medias lais y ella con sus compañeritos medios drogos, pero siento que quien pasara por entre nuestras miradas iba a sentirse caliente igual que nosotras. Terminé la relación por otros motivos con mi - en ese tiempo - noviecita, pero ahora estaba completamente libre para poder ir tras esa presa. No pasó mucho tiempo, “S” sabía de mi ruptura y en cuestión de un par de recreos, nos estábamos comiendo de manera voraz en un baño del cuarto piso del edificio “viejo” de la universidad.

¿Cómo llegamos ahí?, oh bendito internet. Una clase cualquiera, yo con mi computador, ella en el suyo: redes sociales.

D: Hola

S: Hola

D: Anda al baño del cuarto piso en 5 minutos.

S: Ya.

Me sentí como en el colegio, cuando le mandaba papelitos a mi chiquilla durante las clases de electivo de lenguaje, ahora la tecnología hace de lo suyo y facilita el trámite. Me levanto, subo las escaleras (estaba en una sala en el tercer piso) llego al cuarto y la veo caminando desde el pasillo contrario y siento una leve erección de todo lo erógeno que pueda haber en mi cuerpo y la acelerá de corazón que por un momento me dio para pensar que sería mi muerte. Era lo prohibido, y lo prohibido es bueno, rico. Ella estaba más nerviosa que yo parece. Entramos al baño – a ese baño nunca va nadie porque solo están los laboratorios, donde nunca va nadie -. Cerramos la puerta, nos metimos a una cabina, y la tiré contra el estanque, sentadita ella encima del estanque, yo pará a piernas abiertas alrededor del wáter, sus megas piernas, esas piernas blancas, largas y firmes que había joteao desde que la conocí, al fin estaban a mi alrededor y me presionaban contra su cuerpo que temblaba casi epilépticamente. Empiezo a recorrer su cuello y el olor de su perfume entró en mi cerebro de tal modo que volteo en la calle cuando pasa alguna tipa con ese mismo olor. Su camisa se desabrochaba muy fácilmente, y para gracia divina llevaba puestos uno de esos sostenes que se abrochan por delante. Una mano desabrochando el sostén mientras que la otra abría el cierre de su short.  A medida que la mano del short empieza a bajar debajo de su calzón, siento como vibra su cuerpo entero, estaba ella muy nerviosa, con obvia torpesa intenta bajar el cierre de mi pantalón pero mi posición sobre ella me daba dominio total de su cuerpo y podía inhabilitar cualquier movimiento que ella intentase. Cada vez que la besaba deseaba tener una cama para poder tirar con ella como los anunakis mandan,  pero era mega excitante tenerla ahí entera pa mi. Metí mi mano bajo toda su ropa llegando a todo su maldito ser. Estaba tan pero tan mojá esa pobre chiquilla que, tocándola suavemente, sin siquiera empezar a trabajar en nada, gemía como si estuviéramos fornicando con tuti.  Una mano en una bubi-teta-goma (como quiera decirle ud.), la otra en su vayaina, besándola con furia y pasión, movimientos pélvicos. El stylo “spiderman” como si dice en las calles, es tan fucking efectivo y a la vez doloroso, que en realidad hay que saber hacerla. A veces le dolía, pero la mayoría tenía sus manos enterradas en mi espalda, mientras soportaba algún grito que quería salir desde sus labios. No sé cuánto tiempo estuvimos, solo quería hacer de todo con ella. Dejo de besarla, la miro a la cara, y tenía cara de mina caliente, de esas rubias de las pornos que son grotescas, (generalmente me dan repulsión esas tipas, pero en ella me calentó más) le bajé toda su ropa hasta los tobillos, levanté sus piernas y me senté en la taza del baño y puse sus piernas sobre mis hombros, una mano a cada lado de sus muslos, los apreté y escondí mi cara entre todo su sexo. Su obvio placer era tan cuático, que se mordía los labios para no gritar, sus manos en mi pelo me producía máximo calentamiento, su cuerpo se mojaba a medida que mi lengua se posaba sobre él. Era la gloria, reviví mis días de escolar.  Según ella, estaba al borde del orgasmo, y yo pedía a algún ser superior, que por favor nada interrumpiera aquel glorioso momento: a la tipa la había cotizado desde hacía años, es muy rica, muy caliente, tiene buen gusto, buenas piernas, la tenía ahí, literalmente abierta a mi, nada podía echar abajo ese momento… - y ustedes queridos lectores dirán: Oh el climax de la historia, las pillaron-. No, no nos pillaron. “S” tuvo su orgasmo, de esos orgasmos que no puedes retener, ni fingir, yo sentía todo su cuerpo. Mientras estaba abajo, alzo la mirada, veo su cuello, estirado hacía atrás, sus venas se marcan como si fueran a explotar, su cara de expresión máxima orgásmica, sus manos pegando mi boca a su cuerpo, sus labios abriéndose para poder respirar y decirme que no parara, onda: “no parí, porfa no pari” y no paré po. “S” se fue, con bombos y platillos en la cabina numero dos del baño de minas del cuarto piso de la universidad. Un mega grito se escuchó hasta el casino del primer piso, porque por una extraña razón – lo más probable es que no sea extraña, la verdad es que no la sé – que en los baños existe una impresionante acústica y retumba todo, desde los peos de las compañeras, pasando por los chismes, hasta en este caso, un orgasmo. Impresionante el cuerpo femenino, porque hay veces que el orgasmo no se puede fingir, y lo sé en base a mi experiencia – que las lectoras confirmen o no lo que digo- que al igual que los minos, cuando terminan y se les baja el pilín, las minas se secan y el coito se vuelve doloroso, porque se acaba la exitación y entonces hay que volver a trabajarlas para que se mojen de nuevo. Esta chiquilla – en base a mis experiencias- no mintió, porque dejó de segregar al momento que pegó ese enorme grito, estaba tan seca que pareciera que nunca pasó nada. Subí sus piernas, saque mi cara y mi cuerpo, le levanté de la taza, ella se paró, le ayudé a subirse la ropa, ella se abotonó todo y salimos de la cabina del baño. Ahí en el lavamanos, sacaba el olor a delito de mis dedos, mientras ella se mojaba la cara y la nuca, sacudí mis manos y antes de salir, me agarra y me manda un beso y me dice: “estuvo rico”. Entre risitas del beso, nos comemos un rato más y suena mi celular: compañerita de curso buscándome por cielo mar y tierra porque al parecer desaparecí por mucho tiempo. Decido salir del baño, sacando el pestillo de la puerta, y cuando salgo, lo primero que veo: mi compañerita que recién me llamó. Me mira y me dice: “erís muy maraca weona”. Me río, ella se rie,  “s” se rie y nos vamos las tres a buscar una chaparrita con mostaza al casino.  

Luego de eso, con “s” solo nos limitábamos a mirarnos en los recreos, como lo hacíamos desde antes. Ahora espero entrar luego a la U para ver a las mechonas, y claro, para ir al baño del cuarto piso otra vez, sea con ella o con otra que quiera conocer las instalaciones.

PD: en verdad no cacho eso del baño, o sea la acústica que se genera ahí, ¿les ha pasado?