ayer me drogué, otra vez

Por Andrés




 El jueves no pude ir al carrete mechón porque tuve que ir a un re puto control con el traumatólogo, me perdí lo mejor de lo mejor. Como andaba con pena y con rabia, ayer a una amiga algo lana le compré diez lucas de marihuana. "Mano casera" me dijo, "De mi cosecha" me dijo, y me pasó 5 máquinas llenas de cogollos mal aplastados, pero aromáticos. Me devolví a la casa, la Peca cocinaba el almuerzo escuchando la radio, iban a ser las dos de la tarde. Subí a la pieza, busqué las gotas para los ojos y me lié uno, me lo fumé tranquilo en el balcón, cagado de frío. Buenísima, riquísima marihuana, quedé loco, me tiré en la cama mirando el techo un buen rato, el Whatsapp sonaba y sonaba, pero tenía paja de pararme a buscarlo de encima del escritorio.  Al rato después me llamó la Peca para almorzar, había hecho ensalada con pollo y sopa de lentejas, y fui tan feliz.

 Después de almuerzo me duché, me afeité y salí a la calle cargado con marihuana, con la mochila llena de comida, cervezas y música, mi abrigo largo y mis zapatillas blancas. Caminé un rato hasta que encontré locomoción, y me fui al centro. Ahí me encontré con amigos, nos fuimos hasta la orilla del estero a fumar uno grueso y a tomar cerveza. Felices, nos devolvimos al centro y compramos helado, lo comimos en la plaza mientras escuchábamos el ruido de los trabajos que están haciendo ahí. Éramos cuatro, pero nos dispersamos. Uno de mis amigos me pidió que lo acompañara a la oficina de la mamá a buscar plata, tenía la boca seca y helada, en el Santa Isabel compré un jugo Frugo de durazno y nos fuimos hasta la oficina de ella. Cuando entramos al piso, todo olía a café recién hecho. No me aguanté, y le pedí uno a la secretaria, y me senté en la recepción a tomar café y a comer de mis galletas. Al rato después sale mi amigo, bajamos a la calle y seguimos caminando sin rumbo fijo, pero con plata. Íbamos volados, pero con los ojos blancos, nos metimos al Espacio Urbano y vagamos ahí dentro, vitrineamos ropa y toqueteamos los celulares de exhibición. Iban a ser las 9, el Lider estaba lleno, la gente compraba carne y cervezas, pendejos chicos jugando con pelotas en los pasillos y nosotros volados buscando las Tecate y no encontrábamos nada, y le preguntábamos a la gente si veían las Tecate y nadie las veía, y terminamos por llevar Becker. Mientras caminábamos a las cajas, el flaco me decía "Las Beckers son las cervezas del zorrón, no las Escudo: Becker auspicia a la selección de rugby" y lo miré como queriéndole decir que me daba lo mismo, pero no le dije nada porque estaba volado.

 Caminamos un buen rato hasta llegar a la avenida Perú, curiosamente a juntarnos en un departamento a ver la selección de Chile contra la de Perú. Subimos al depa y estaba la mayoría de mis compañeros de curso. Había mucha comida, y yo estaba volado, así que comí y comí, y empujé la comida con cerveza. Cuando empezó el partido, yo ya estaba satisfecho y menos volado. Ya al final del partido estaba ebrio y emputecido, pero no volado. Mis amigos se fueron todos a carretear, excepto yo. Yo agarré mi mochila y mi marihuana y comencé a caminar tres cuadras al norte, hasta otro departamento. Ahí me estaban esperando mi mejor amigo, su polola y tres amigas más. No los veía hace mucho, así que sacrifiqué una noche de carrete para verlos. Subí al departamento, y estaban todos más ebrios que yo. No bien dejé la mochila encima de la mesa, saqué las dos máquinas que me quedaban e hice pitos para todos, me hice el lindo con las chiquillas y me senté a fumar con ellas. Voladitas, cada una me dio un piquito y con eso fui feliz, y seguí feliz, riendo y tomando cerveza.

 Al rato después salimos a la terraza a fumar mi mejor amigo y yo. Nos cagamos de la risa, en la calle iba pasando un weón en bicicleta y casi lo atropellaron. Nos quedamos callados un rato escuchando el mar, lo miré a los ojos y le conté que quizás tenía VIH, que me debía hacer el examen pero que tenía mucho miedo. El weón se paró, y me abrazó, me dijo que no hablara weás y adentro del departamento se escuchó un grito muy loco, entramos los dos y las muchachas se cagaban de la risa en el suelo: trataron 15 minutos en subirle el volumen al equipo de música, pero la música venía de la tele y no del equipo. Seguimos fumando hasta que se nos acabó todo. Comimos roscas con leche condensada, papas fritas, maní y cerveza. A eso de las cuatro pasaron a buscar a una de las muchachas, le pedí si me podía llevar a mi casa (afortunadamente vivimos cerca).

 Íbamos en el auto, yo seguía mascando comida. En Viana, la vieja de la muchacha ésta manejaba súper rápido, creo que iba haciendo carreras con otro weón, de fondo sonaba Mr. Rock & Roll de Amy McDonald, el ringtone de mi vieja. De nada le sirvió a la señora ir tan rápido por la vida: las calles están todas picoteadas y cortadas, desvíos por aquí y por allá, y el auto en un vaivén loco y yo pensando en la vida, en mi vida.

 Cuando llegué a la casa, mi mamá no estaba. Benedetti estaba atrapado en la cocina y gemía para que lo dejara salir al patio. Saqué una cerveza del refrigerador y me fui a mi pieza a tomarla. Mientras me desvestía me contemplaba al espejo y no me sentía yo, sentía que era el cuerpo de otro gil, que todo lo que había hecho ese día no lo hice yo, sino que otro por mí. Me acosté sin cepillarme los dientes, me tomé el último sorbo de la cerveza y apagué la luz.

 "Live fast, die young" pensé para mis adentros, mientras me agarraba lo indecoroso.