Octubre

Por Andrés





 Trabajé mucho y dormí poco este fin de semana largo. Viernes y sábado, de 8 a 8 con una cámara de video profesional al hombro. En resumen trabajé 24 horas al sol y dormí poco más de 6 con todo esto de Halloween, disfraces, carretes y el hecho de que ahora tengo un novio que espera por mí 17 kilómetros de distancia de mi casa. Manejo los datos y cifras al dedillo porque solo así, teniendo conciencia plena de todo lo que me rodea, puedo desconectarme del mundo para conectarme a él.

 En el mes de octubre estuve de cumpleaños. Y no digo el día específico porque para mí el día de mi nacimiento ya no tiene sentido: hace años que jamás he celebrado mi cumpleaños el mismo día de mi cumpleaños. Carreteo y disfruto los días antes o después de la fecha, excepto en la fecha.
 Este 2014 no fue la excepción. Ni apagué velas ni comí torta porque tuve que estudiar todo el día y organizar un mega evento (sí, organicé yo solo un mega evento de 8 millones de pesos y me salió la raja). Tampoco Joseph me vino a ver. A principios de mes sabía bien el pronóstico de la semana de mi cumpleaños, así que con tiempo organicé algo para sopesar la situación y calmar el estrés por toda la pega que tenía encima. El 16 hice un bolso ligero, revisé los neumáticos, apagué el celular y en el jeep me fui por 4 días al Valle de Elqui con mi novio a comer fruta fresca, fumar marihuana y amarnos bajo las estrellas en un hotel completamente vacío, en el medio de la nada. Después de eso, poco y nada importaba apagar velas y celebrar el día de mi cumpleaños.
 Hasta el momento, este ha sido el mejor viaje que he hecho en mi vida. Y no tuve que tomar ni aviones, ni hablar otros idiomas y tampoco probar cosas distintas: no, lo único que necesitaba era a él. Sin él, ni el mejor de mis viajes hubiera tenido sentido. Solo bastó el Valle de Elqui para sentir la felicidad más verdadera ahí, sentados bajo la sombra de una higuera fumando marihuana, sin ducharnos en dos días. Aún puedo sentir la suavidad de sus labios acariciando mi cuello, el viento fresco corriendo entremedio de nuestros brazos. Decir felicidad es quedar corto.

 Al año pasado a esta fecha no la estaba pasando bien. Mi cumpleaños lo pasé solo entre mis amigos, tomando lo más abundante y barato para tratar de disfrutar lo que no tenía. Ese mes traté de hallar el cariño en dos weones que me hicieron sufrir bastante. Uno disfrutaba solo mi compañía, al otro solo le gustaba como se la metía. Ninguno quiso ir más allá conmigo, solamente yo traté de tirar la carreta hacia otra parte. Pero este octubre fue tan distinto al anterior, que hasta al dolor que viví lo transformé en experiencia: sin haber vivido la tristeza de vagar tan solo no podría apreciar bien lo que del cielo me está llegando ahora. En este momento, en otro punto de la ciudad, hay un muchacho que -al igual que yo- tiene ganas de tener todo el tiempo del mundo para estar juntos. Da un poco de risa pensar en todos los pequeños y tristes momentos que atesoré como valiosos y que incluso les conté por acá, después de toda esta chorrada de momentos que rayan en lo irreal de lo perfectos que son: el haber comido a medias un helado porque teníamos poca plata, el sexo tántrico, la primera vez que me dijo que me amaba con aquel español tímido y sincero. Son solo unos cuantos de los tantos momentos de ensueño que hemos vivido los dos.

 Y son tan feliz al lado de él, que mi homosexualidad la tengo completamente asumida. Ya nada me importan los demás. Primero, mi felicidad depende solo de mí y el hecho de querer compartirla con otro hombre no es incumbencia de nadie. Mi homosexualidad no debe ser tema para nadie y si lo es, bueno eso no depende de mí. En un carrete de mi universidad, al frente de todos mis compañeros de la carrera, salí del clóset con un simple beso. Quizás se ha hablado, se ha comentado y varios se han enterado, pero aquello no me amilanó la alegría de estar en pareja. Para esta sociedad es contra natura las relaciones homosexuales, pero no es razón de no querer caminar por la calle de la mano con el ser que me hace tan feliz. No, nadie se ha atrevido a decirme algo. Pobre del conchesumadre que me diga algo. ¿Mis padres lo saben? No, pero apenas se de la oportunidad de tocar el tema se tocará. Soy maricón, pero no estoy enfermo y por lo tanto, no debería ser tema de preocupación para mis viejos ni para mí.

 Este fin de semana trabajé mucho, pero la hice piola. Me llené la cara y los brazos con bloqueador para que no me quemara el sol. Comí mal y dormí poco porque el tiempo libre lo aproveché al máximo con Joseph. Usé gotas, roll-on de cafeína y un poco de base para tapar las ojeras. Me tomé unas cuantas energéticas para poder aguantar los caños que mi pololo me ofrecía y las horas de baile en la disco. Después de caminar por la orilla de la playa a la luz de la luna, de un polvo furtivo en la arena y de habernos amado la noche entera, después de 12 horas de trabajo me quedé dormido mientras estábamos sentados en el auto escuchando música. El amanecer me pilló envuelto en sus brazos, bajo el abrigo dulce de sus besos. Jamás he dormido tan bien en mi vida. Con él, todo vale la pena.

 Cerré el mes de octubre con broche de oro. Cumplí 22 años de experiencia que me han convertido en lo que soy ahora. Lo mejor de todo es que me he dado cuenta que toda esta felicidad ha estado siempre adentro de mí. Muchos años de mi vida pensé que la felicidad sería siempre a costillas de otra persona y eso no es así: si hoy soy feliz, es por los dos, no solamente por él.  No nos dependemos, nos compartimos. Somos felices, completamente felices.








7 comentarios:

  1. Estoy tan feliz de que hables de esa manera, es como ver a un ser que ha sufrido tanto, que al final encontró la paz.

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  2. Yo llegué a llorar andresito, siempre me encantó como escribias, y me alegro tanto por ti, que hayas encontrado alguien al fin que te valore, ojalá duren 100.000 años más, ojalá yo igual pueda encontrar alguien como tu o como él y poder ser feliz, un abrazo andrés, tu ex fan :)

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  3. Bacán leerte feliz, cabro. Bacán ver cuánto haz crecido, cambiado y madurado.
    Bacán que bacán :)
    Flaco.

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  4. Siempre me gusta leer este blog, siempre que voy a tu u observo a todos pensando en como serias.

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  5. Recuerdo tu cumpleaños del 2013. Lo disfruté sin saber que era tu cumpleaños, ni que yo, un desconocido, era el único con quién lo compartías. No sé si te referías a mí, pero si es así, es cierto, disfrutaba tu compañía, y mucho. Por eso me dio, y hasta el día de hoy, me da pena recordar el momento en que me dijiste con tanta seguridad: "esta será la última vez que nos veremos". Lamento que así haya sido. Eres el personaje real más literario que he conocido, y una de las plumas -ya sabes, se entiende- más brillantes que he leído. Tal vez por eso disfrutaba tanto de tu compañía. Sólo quiero que sepas que a veces sigo entrando acá para leerte y saber en qué va tu vida, que me sigo acordando de ti y que leer esto me puso muy contento. Nunca creí en los finales felices, por eso no los escribo. Pero vaya, parece que existen. Saludos, estimado, felicidades, y a ver si algún día la vida nos reencuentra, y disfrutes de mi compañía tanto como yo de la tuya. Abrazos.

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  6. Es de madrugada; estoy de paso por Viña, mi ciudad de infancia. Di por casualidad con tu blog; es primera vez que lo leo y lo encuentro excelente. Tocaste fibras muy sensibles en mi al leer algunas de tus experiencias y no sabes lo extrañamente feliz que me siento después de leer esta entrada. Es como haber leído una novela triste con un sorpresivo final feliz. Leerlo me impulsa a volver a creer que es posible conectarse con la felicidad en medio de tanta basura. Te felicito y deseo que disfrutes intensamente cada minuto con Joseph, sin pensar hacia atrás, ni adelante, sino que vivir en un presente continuo y pleno.

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