Viernes
Por Andrés
Caminando a paso casi acelerado, dos maricones se desplazaron por el Paseo Ahumada. Después de un almuerzo avergonzado en Tirso de Molina y de haberme confesado como un huaso, caminamos Fan #1 y yo por el centro de la ciudad, rumbo a no sabíamos dónde. Mientras engullía torpemente un plato de pasta con camarones, a través del auricular el Caco coordinaba el cómo y el cuándo para comprarle yerba a un conocido suyo. De paso me invitó al cumpleaños de su hermana que iba a ser en un par de horas más, en la azotea del edificio en el que viven. La tarde estaba calurosa, tenía que hacer hora hasta la madrugada para que me pasaran a buscar, no teníamos a dónde ir los dos así que caminamos, caminamos por el centro de la ciudad en búsqueda de un regalo: nisiquiera yo sabía qué quería regalar.
En la ciudad se sentía el ambiente melancólico de los últimos días de sol antes del invierno. La gente caminaba desesperada, como un caudal infinito de un río, por las arterias del centro. Su rostros, los pasos ajenos y el no saber dónde me tenían angustiado. Más que mal mi morada estaba lejos, veinte estaciones arriba, la tarde se estaba escondiendo detrás de los edificios, comenzaba a hacer frío. Como un volantín sin cola nos movimos por la ciudad, entrando y saliendo, a saltitos por los locales. En un supermercado chino, luego de vitrinear en un vaivén eterno, compramos una taza-infusor bien kitsch. Era tan kitsch que se veía bonita. El regalo perfecto.
El departamento entero olía a carne y romero. Sobre el comedor, platos y bandejas con comida de carrete, algunos puchos extranjeros y cajitas metálicas con marihuana. Fan #1 entró conmigo, sin vergüenzas se sentó en donde no debía y bebió sin culpas una cerveza caliente que le ofrecieron. El Caco y sus hermanos venían recién llegando del extranjero. En la habitación principal del departamento, tres mujeres y la cumpleañera estaban echadas en la cama y aun sudadas después de una larga sesión de gimnasio. A pesar de que al Caco y a sus hermanos los conozco más que bien, en aquel momento me sentía avergonzado no sé por qué. Quizás era yo, o era el Fan#1. Quizás era yo abriendo puertas, dando nombres y diciendo datos.
Después de haber escrito por años detrás de la pantalla de un Dell Inspiron, por primera vez una persona que sabía bien quién era por dentro me conocía por afuera. Me tenía ahí, al frente suyo. Podía percibir mi miedo, mi vergüenza y mi aroma. Escuchaba mi voz y la cadencia de cada una de mis palabras. Me sentía desnudo, casi vulnerable. Ya no podía hacerle frente con lo que escribo, solo podía defenderme con lo que era en realidad: un muchacho torpe y vergonzoso, ojeroso, plagado de angustias y miedos, vagando por el mundo sin saber qué hacer. Después de un beso furtivo, de un largo viaje silencioso en un ascensor y de una despedida frugal, lo despaché con un adiós melancólico detrás de una cortina de cristal: no hallé nunca la traducción perfecta de la palabra akward. Nunca antes hallé el momento justo para usar esa palabra. Con él se fue parte de mí. No sé si se llevó una buena impresión. No sé si me volverá a leer. No sé ni el cuándo ni el dónde lo volveré a ver. Pero con certeza supe, que después de aquel momento, ya nada volvería a ser lo mismo. Andrés está dejando de ser él para convertirse más en mí.
Piso 24. Azotea de un edificio. Cuál de todos los invitados se lucía más. La deliciosa marihuana me tenía bien golpeado. Silencioso me arrimé a una de las barandas de la terraza. Estaba solo, no escuchaba nada y no sentía a nadie. En el aura naranja del cielo de Santiago, un avión despegó. Cruzó toda la ciudad, toda el aura y todo el cielo. Mientras observaba la escena soñé estar ahí en ese avión, con mis miedos y mi torpeza yéndonos bien lejos a no sé dónde, a hacer no sé qué ni por qué.
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que fome la wea, preferia mil veces cuando eras un matias vicuña :((((((((((((
ResponderEliminarGracias weón, aprecio tu comentario.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAndrés, eres todo lo que esperaba y un poco más. Tu miedo y tus tonteras nunca las olvidare :3
ResponderEliminarSigues ahí dentro??? Yo creo que si...
ResponderEliminarCuidado con los extraños, Yo siendo uno responsable puedo decirte que un desconocido puede generar el caos en muy poco tiempo y arruinar tu vida.
Cuidado.
aers Juanito, yo nunca me cagaría al Andrés, no tengo la necesidad de hacer eso. No sé si tu sí
EliminarAndres, repito lo de Juanito, ten cuidado!; como dice el dicho de mierda : "Caras vemos, corazones y picos no sabemos" está bien un poco de confianza, pero así como de una darse a conocer con un lector???, Me parece tirao' de las mechas - Bueno, en todo caso, con el tiempo quizás tenga que morderme la lengua, Quizás-.
ResponderEliminarSiempre me sorprende toda esta gente, hablando como si te conociera de verdad, profundamente, cuando siquiera tú terminas de conocerte, por siempre adolescente, inmaduro, buscando algo que no encontrarás.
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