Mi hermano y yo fuimos a un carrete playero en Buzios. Lo acompañé porque me rogó, no quería ir con él por dos cosas: con él no podía fumar marihuana y porque me sentía mal. En Río nos quedamos en habitaciones separadas, todas esas noches las dormí ebrio y con el aire acondicionado a full y me enfermé. Pasé muy mal aquella noche buziana, tenía más de 40° grados de fiebre sin inventar, porque aun con el calor tropical de Brasil sentía mucho frío. Todo el mundo chalitas y poleritas, yo con chaqueta y pantalón largo.
El carrete era en un pub de Ferradura, el lugar estaba plagado de argentinos y chilenos. La marihuana y el copete corría como si nada, pero con mi hermano cerca y cagado por un resfriado no podía hacer mucho. A la mañana siguiente un médico me fue a ver al hotel. En cinco minutos me tenía una receta médica con siete remedios. Para antes de almuerzo me los había tomado con rigurosidad y le pedí a Iemanjá -diosa del mar- que me sanara pronto.
Después de un Moqueca de camarón con harto arroz del O Barco, mis viejos nos querían llevar a un paseo en yate por las islas del balneario. A mí me tiritaba la pera por un caño: no me podía ir de Brasil sin fumarme un buen caño. La noche anterior un brasileño, que atendía la barra del local, me dijo que para fumar la mejor marihuana debía ir a la Praia da Tartaruga, una playa selvática a la que solo se accede caminando. ¿Para qué mierda quería yo ir de paseo en yate? no, yo quería fumar marihuana en la playa selvática. Les rogué a mis viejos para que me dejaran ir, obviamente no les dije que para volarme. Después de media hora de discusión, a eso de las 5 de la tarde, me largaron con cincuenta Reais y con la mochila llena de medicamentos. Caminar dos kilómetros selva adentro no era panorama para mi hermano, así que fui solito.
Como el destino me quedaba cerca del hotel, pasé antes al baño a cagar. Agarré una toalla, una cajetilla de puchos de cereza y unas cuantas cervezas que estaban helándose en el frigobar y caminé un buen rato, selva adentro, cagado de miedo. Pasada las seis de la tarde, y todo el mundo devolviéndose, llegué hasta la famosa playa: uno de los lugares más hermosos que he visto en mi vida. Atardecía levemente en el Atlántico. A lo lejos en el mar se veía un crucero, el viento cálido acariciaba mi rostro. Las hojas de los árboles daban buena sombra a la playa que se estaba vaciando: todo el mundo se secaba con sus toallas y desarmaban las reposeras. Tenía mala espina, nadie estaba volado ni carreteando. Caminé varios kilómetros imaginándome lo mejor y cuando llegué no encontré nada. Con la mochila acuestas recorrí toda la playa preguntándole a los weones jóvenes: -¿Desculpe, você tem maconha para vender?. Todos los weones me miraron feo, hasta unos culiaos que se estaban fumando uno me miraron feo. Pregunté por toda la playa y ningún weón me dijo que sí.
Derrotado llegué hasta el final y en un kiosko que estaba por cerrar le pedí a un weón: Uma cerveja bem gelada, porfavor. Por tan solo cinco Reais (luca) me pasó una Antartica de medio litro casi congelada. Aun seguía resfriado, pero a la mierda, si no había marihuana había alcohol. Ya en la tercera chela, con la lengua bien traposa y sin vergüenza, le dije al weón:
-Desculpe ¿você tem maconha para vender?- y el weón abrió las pepas y me dijo:
-VOH ERÍ SHILENO.
No sé en qué momento el weón me reconoció. Todo el rato traté de pasar piola como brasileño, hasta le hablé en portugués, pero me pilló. Nervioso y tenso le dije que sí era chileno. Dejó de limpiar el bar, salió del local y me abrazó. Todo era raro para mí. El weón estaba muy rico, pero aun así me sentía raro abrazándolo.
-WENA WEÓN!!! QUÉ RICO TENER UN CHILENO POR ACÁ!!! YO TAMBIÉN SOY SSSSHHHILENOOOOH!!!- me dijo mientras le sentía el olor a copete bien de cerca.
-¿La dura eres chileno?¿Qué mierda haces trabajando acá?- le pregunté.
-Hermano, yo soy de Villarrica, llevo cinco meses viviendo acá- me dijo con euforia. Después me preguntó que qué hacía en Buzios, que con quién estaba y esas preguntas rutinarias. Al rato me preguntó si quería marihuana.
-Sí weón, estoy verde por un caño, pero no he encontrado nada.
-Puta, van a ser las siete de la tarde, a esta hora no hay nada ¡PERO ESPERA!- mientras se devolvía corriendo al local. De una mochila sacó un paquetito de papel y me lo pasó.
-Toma, no es mucho, pero si te lo fumas adentro de la selva en donde no te llegue el aire quedarás como chancho.
Dejé mi mochila con él y me fui con el paquetito y un encendedor selva adentro. Cuando fui a abrir el papel encontré una cola toda cagona. -A nada- pensé, mientras me fumaba la colita. Me faltaron dedos para fumármelo todo. Bajé hasta la playa con el humo adentro de los pulmones y en el camino empecé a ver todo distinto: la boca se me empezó a secar, la poca gente que había en el lugar desapareció y el aire que me acariciaba el rostro se puso más cálido que nunca. No pude hablar mucho, mi corazón latía muy fuerte, miré al flaco que se cagaba de la risa de mí a lo lejos, me saqué las zapatillas y la polera y me tiré al mar. Floté un buen rato en el agua caliente de la Playa de la Tortuga, entregué mi cuerpo entero a Iemanjá y dejé todas las preocupaciones que llevaba acuestas en el mar lejano del Atlántico. Nadé y nadé, me dieron ganas de llorar cuando el flaco sacó los parlantes de la radio del bar y puso un álbum de Jack Johnson.
Con Jack Johnson, bien volado y con una cerveza bien helada me senté solito como siempre, en una esquina del Atlántico, a observar al sol escondiéndose en el horizonte. Le agradecí a Krishna, al flaco, a la madre tierra y a mí mismo por estar vivo y disfrutando tanto. Me prometí a mí mismo acordarme de aquel momento cuando me sintiera deprimido. Bueno amigos, hoy me acordé de esto y se lo conté a ustedes.
Sale de esa depresión culiá, Matías Vicuña y la conchetumadre.
ResponderEliminarajajajajaja Matías vicuña y la conchetumare JAJAJAJAAJ
ResponderEliminarsiempre quedé con ganas de mas "mala onda" y tu eres lo mas cercano a matias vicuña
ResponderEliminarFui yo el que te encontré el parecido me llevo los créditos jajajaj
ResponderEliminares lo que vo' creí
EliminarHistoria culiá de un levantao de raja
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