Echarse de espalda y mostrarme la panza es lo primero que hace Benedetti cuando me pilla en algún punto de la casa. Generalmente me espera afuera de la puerta de la cocina que da al patio. Me siente, me espera, me ve y rueda en su eje para que le vea la guata. A veces ando apurado y no puedo prestarle mucha atención, pero siempre termino cediendo a sus caprichos porque me sigue arrastrándose por el piso por todo el patio. ¿Aún no les he dicho por qué mi perro me muestra la guata cada vez que me ve? bueno, Benedetti es adicto a que le rasque la panza. Darle en el gusto a Benedetti tiene -como todo en esta vida- su ciencia: por ahí en donde termina su última costilla, y en un movimiento descendente, hay que rascarle con tres yemas hasta llegar al centro de su guata. Y es que el perro no solo babea, sino que también mueve una de sus patas y tirita. Lamentablemente he creado un monstruo insaciable, pero feliz.
Estaba aburrido el viernes pasado por la noche. Me habían invitado a un carrete pero no quería ir, no tenía ganas de ir con esos amigos, yo quería ir con otros. Estaba aburrido, estaba solo, estaba en silencio en la casa, en un rincón de una de las piezas, de mala gana metido en el computador. Por Manhunt surgió una conversación bastante desinteresada con un tipo, pusimos webcam y conversamos largo y tendido. Como no tenía nada que perder, le dije que nos fuéramos a dar una vuelta por ahí sin ánimos de sexo, solo de conocernos. Pero no sé cómo terminamos algo ebrios, conversando de sexo en el living de su casa. Al final de la noche estaba yo dándole un orgasmo (que por lo que me di cuenta fue bueno) con mis simples manos adentro de su culo. Con él entré en confianza, le conté toda mi vida, él me contó la suya con lujo de detalle y como retribución le hablé sobre mi blog y hasta se lo mostré (si estás leyendo esto tranquilo, nadie sabe que tú eres tú y que yo soy yo. Secreto de los dos). Él mayor que yo, no quise decirle mi edad verdadera por vergüenza, me eché un par de años encima y le dije que tenía 22... no tengo 22. No recuerdo mucho lo que conversamos los dos en su cama, pero sí me caló hondo una frase que me dijo mientras se limpiaba su semen, un algo así como:
-Me da vergüenza tener menos experiencia que tú- respecto a que con mis dedos lo había hecho eyacular sin tocarle el pene. Y es que después en la mañana, cuando me devolvía en el jeep a mi casa, me acordé de la noche en la que aprendí como hacerlo, como hacer acabar a un hombre con mis dedos masajéandole la próstata, algo que me enseñaron una vez años atrás, en el 2009, mientras aún usaba el uniforme del colegio.
Viernes 25 de septiembre del 2009. Ese día en la mañana tuve educación física pero estaba algo agripado y afiebrado, así que me excusé con el profesor y me senté en una esquina de la cancha a ver a mis compañeros de curso mientras corrían. Cuando llegué a la casa almorcé y dormí la tarde entera. En esa época recién había hecho mi Manhunt y éramos pocos los que estábamos ahí porque en esos años el Manhunt no era tan conocido. Un tipo de 25 años -Arturo- me habló, me desbloqueó sus fotos y yo las mías. Por el MSN hablamos, pusimos webcam y nos mostramos todo. Iban a ser las 9 de la noche, mi vieja se iba de la pega a un carrete, mi hermano había ido a Santiago a carretear y mi hermana estaba recién casada en su casa, lejos de la nuestra. La Peca no estaba, mi viejo tampoco, no había nadie conmigo. Esa noche dos compañeros de curso que estaban de cumpleaños harían un carrete en una cabaña en Maitencillo, estábamos todos invitados pero no quería ir, estaba enfermo. Pero a pesar de que estaba enfermo me animé a juntarme con este weón en una casa que tenían sus viejos para el arriendo, pero que en esos días estaba desocupada. No me bañé, no me cambié el buzo del colegio, solamente me cepillé los dientes y en el lavamanos me lavé el pene.
Agarré mi mochila aún con los cuadernos y los libros, a las 10 de la noche bajé hasta donde pude tomar un colectivo y viajé, hasta un punto lejano de la ciudad, mientras escuchaba un remix de The Twelves. Al rato después llegué hasta donde me dijo que nos juntáramos.
Lo llamé por teléfono, me decía que estaba cerca porque vivía cerca, pero que recién se estaba duchando. En una esquina oscura de un barrio que no conocía me paré a esperarlo. Como no tenía nada que hacer fumé casi una cajetilla entera. Ahora que trato de visualizarme veo a un pendejo de 16 años, 50 kilos, 1.70, usando uniforme y fumando solo en una esquina a las 11 de la noche, perfectamente pude haber sido presa fácil de cualquiera, solamente que esa noche fui presa fácil de él.
Lo vi de lejos, llevaba el pelo mojado. Era un tipo muy alto, cuerpo bacán de árabe, piel canela, sexy. Usaba blue jeans y una chaqueta verde olivo, era uno de mis primeros polvos anónimos con weones que no conocía, una de mis primeras aventuras arriesgadas y puedo decir, después de muchos años, que fue una de las mejores aventuras que tuve.
Era tan chico, tan naíf, que nisiquiera sabía qué hacer. Eran las 11:30 de la noche, estábamos tirados en su cama completamente vestidos, hablando de cualquier otra weá excepto sexo. No sabía qué hacer, no tenía experiencia en nada. Le pedí pasar al baño, ahí me miré al espejo y saqué valor de donde no tenía. Me desvestí entero excepto mis zapatillas Converse verdes. Salí del baño en pelotas, me tiré al lado de él y dejé que él me llevara hasta donde él quería llegar. A los minutos después estaba encima de él, sin experiencia alguna, tratando de hacerle cosas que torpemente no supe cómo hacerlas. Cuando se dio cuenta de mi inocencia me agarró, me paró al frente de él y esa noche, ahí desnudos en una habitación oscura, trató de enseñarme todo lo que sé hasta el día de hoy.
Agarró un condón y me enseñó a ponerlo correctamente. Me enseñó también a besar, a dilatar, a cómo mantener una erección y hasta cómo aguantar un orgasmo. Esa noche las horas corrieron lentamente, estuvimos cinco horas tirando, estuve cinco horas aprendiendo. Ya al final de la noche él estaba sentado en el borde de la cama, yo tenía mis manos adentro de su culo y con su voz grave, masculina y perfecta me fue explicando todo lo que le estaba tocando.
-Eso que tocas es mi próstata. Si sigues masajeándola tal y como lo haces ahora me harás acabar.
Y seguí masajeándole la próstata. Yo no había alcanzado ningún orgasmo, solamente estaba en pelotas, hincado al frente de él con mi mano casi entera adentro suyo. Era tan solo un pendejo aprendiendo, manteniendo mi mirada con su mirada, estaba dándole un orgasmo mientras sus ojos lujuriosos no despegaban los míos. Era tan solo un cabro chico miedoso, dándole por primera vez un orgasmo con mis dedos a alguien. Si fuera un simple espectador aún estaría en parte conmovido con la escena, conmovido con mi inexperiencia y con mi impresión al verlo acabar de improvisto, con tal solo el poder de mis dedos.
Esa noche no acabé, solamente me lavé las manos, me puse el uniforme y me paré en la misma esquina a fumar, a esperar un colectivo que me llevase hasta mi casa. Eran las cinco de la mañana, no pasaría ningún colectivo. Estaba muerto de frío, estaba inquieto, llamé un radiotaxi y lo esperé, fumándome los últimos puchos de una cajetilla de 20 de Viceroy azul.
Cuando llegué a la casa mi vieja aún no llegaba. Fui a la cocina, del congelador saqué una hamburguesa y la cociné mientras me tomaba una cerveza. En el reflejo de la ventana que da al patio me miré mientras cocinaba. Tenía los ojos vacíos, la cara inexpresiva. En ese instante supe bien que ya no había vuelta atrás, que todo lo que había hecho ya estaba hecho, que la inocencia se me había ido a la mierda y que no podía apelar a nada más. Si tuviera que volver atrás, me diría a mi mismo que fuera a ese carrete que -por las fotos que aún hay en Facebook- pareciera que fue legendario. Si aquella noche del 25 de septiembre del 2009 yo no me hubiese juntado con ese weón, quizás hoy sería un weón distinto y no estaría contándoles esto, en un blog que tuve que hacer para poder descargar toda la mierda que vivo mientras desenvuelvo mi sexualidad con desconocidos.
Pero a pesar de todo no me arrepiento, al menos aprendí, y aprendí muy bien.
Lo comido y lo bailado y lo tirado....
ResponderEliminarSiempre buenas tus entradas andrew, un saludo y a ver si te pasas x el mio :*
cuatico, igual suerte que te lo enseñaron, acá uno aprende solo las cosas.
ResponderEliminarMe paso como lo mismo , al poco tiempo uno se acostumbra a vivir sin esa "inocencia" un gusto leerte como siempre Andres, aun no pierdes el don :)
ResponderEliminarHay Andrés... donde se nos fue la inocencia....
ResponderEliminarsaludos :)
Clau
debo decir que esta es una de tus mejores entradas Andrew :3
ResponderEliminarWow... Eres pero que Yo y me alegro por eso...
ResponderEliminarSaludos desde CiudadHiperPasiva.
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Juanito Fulanito.
me encantaste
ResponderEliminarWowww.....lo que mas me arrepiento de no haberme asumido antes, es esto haber echo estas cosas locas (siempre cuidandome, y tu cuidate tb) experiencias que sirvan para que quien será tu novio no te cagé....pasa por mi blog ahi conoceras mi historia y sabras porque debi hacer lo que tu haces....Gran valor pequeño. SALUDOS!
ResponderEliminarTambién recuerdo el momento en que me vi y caché que no había vuelta atrás. Brígido igual, quiebre en la vida.
ResponderEliminarBacán que estí actualizando seguido.
Pablo.